sábado, 25 de octubre de 2014

Inservible

Tumbado a oscuras pienso más que sentado de día. Y a pesar de que no suelo pensar lo que escribo, estoy tumbado, mi única luz es la de la pantalla, y la noche gime porque hoy nadie le ha dedicado una melodía.  
No sirvo para ésto, me digo. Pero soy humano y puedo y quiero errar. Y por ello necesito plasmar todo lo que pueda, sacar de mí todo ese alboroto de ideas que revolotean por mi cabeza sin un destino fijo. Darles cobijo en el folio, en la pantalla, en tus labios susurrándolas.
No sirvo para ésto, me repito. Pero el poder lo tiene quien no debe y el derecho nadie. Por eso quiero permitirme el lujo de tener el derecho a creer que puedo hacerlo.
No sirvo para ésto, afirmo. Pero a pesar de ello me asfixia la idea de morir pensando que podría haberlo hecho, aunque no sé si compensa el saber que no pude después de intentarlo.
No sirvo para ésto, me grabo a fuego en la frente. Aunque si en la vida todo es contradicción, no debo ser menos, y puede que en el destino que detesto esté escrito, o el karma en el que no creo me obligue a hacerlo.
No sirvo para ésto, lo sé. Pero si no sé si ni siquiera existo, ¿por qué iba a saber algo?
No sirvo para ésto, está claro; así  que haré lo que esté en mi mano y en mi mente para demostrarlo.

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