lunes, 27 de julio de 2015

Yo soy el tiempo

A veces de mis yemas salen llamas.
A veces de mi tristeza salen aguas.
A veces de mi cráneo salen chispas.
A veces de mi boca salen moscas.
Otras veces, cierro el puño, los párpados, 
mi mente y mi boca, pero no respiro.
No respiro mi ira, mis lágrimas, 
mis ideas y mis palabras. 
No respiro mi sentir, mi pesar, 
el peso de mis sentimientos, 
de mis pensamientos. 
A veces pienso que no siento y 
a veces siento que sólo pienso cuando siento.
Pero otras me callo en silencio y 
caigo al suelo, pero sin tocarlo, 
en un abismo de idas y venidas de la nada, 
en las andanzas vagas de ideas poco férreas 
aferradas a ellas mismas. 
Y cuando por fin quiera caer, 
será demasiado tarde, 
y el mundo que creo que creé, 
o que me creó 
o que creyó crearme
o que me creyó,
 cambiará por completo, 
irreconocible.
Despierto. 
Todo ha pasado en un instante fuera del tiempo. 
Fuera del tiempo que nos ata,
nos arrastra, nos empuja, nos succiona. 
Nos mata.
Entonces el tiempo existe y se transforma en mí, en mi puño, 
en mis párpados, en mi cráneo, en mí boca. 
Soy yo. Yo soy el tiempo. 
Te ato a mis ideas, te arrastro a mi abismo , 
te empujo a la nada, te succiono desde el suelo. 
Te mato, poco a poco, centímetro a centímetro, 
aplastando tu corazón contra tu alma 
o contra tu pecho 
o contra la nada, con mis muñones transparentes, efímeros;
soltando insultos de bar, de medianoche;
caricias de plenilunio, en el coche;
eclipses con ojos de terror,
y éste poema, sin dedos, mirando un reloj.


Bread 2