martes, 26 de agosto de 2014

Seguro

Hoy he despertado en un lugar sucio y mugriento. Allá donde miro veo putrefacción. Yo sólo soy un componente más del cúmulo de basura que hay. El simple hecho de estar aquí es una actividad insana, pero aquí estoy. Las descuidadas paredes, llenas de rayones hechos por manos inseguras y temblorosas sosteniendo una tiza se me echan encima, amenazantes. La mezcla del olor a podredumbre, humedad y polvo son mi única compañía. No hay puerta, no hay ventana, no hay nada; sólo eso, basura y contaminación. Amanecí (intuyo que era de día) mareado y cansado, sin energía, sin ganas de tenerla. 
Estoy encerrado, para bien o para mal de los que están más allá de estas cuatro paredes. Pero ellos no saben nada. No saben por qué estoy aquí. Ni siquiera estoy seguro de si saben que estoy aquí. Pero cuando de verdad me necesiten, seguiré aquí, pues no tengo intención de irme. Nadie me espera, nadie me necesita, o al menos por ahora. Querrán que vuelva. Oh, sí, desde luego que lo querrán. Reclamarán mi ayuda. Soñarán con mi llegada como si de una utopía se tratase. Pero no dejaré que ocurra. No, ni hablar, bajo ningún concepto. No volveré a intentar ayudar a esos sucios insectos descabellados, que se usan entre ellos para consumo propio. No permitiré que esos estúpidos individualistas me cieguen una vez más para luego perforarme el cráneo con sus ideales. Estoy cansado de esos perturbados niños que juegan a ser adultos en un mundo donde se ríen de ellos con cada cartel publicitario que cuelgan. Las calles escuchan gemidos de prostitutas que venden su alma y sus venas por una raya de coca. Ellos son felices así. Son felices mientras nadie les apunte con una pistola. Son felices mientras nadie les diga "no". Son felices mientras todo vaya según lo previsto. Pero, cuando sea obligatorio llevar arma, no tengan derecho siquiera a preguntar y el caos inunde las ciudades, querrán lo que yo tengo ahora: estas cuatro paredes.












Bread 2